Archipiélago de Los Asperones
Eugenio Rivas y María Rivas
/ 2022 /
Eugenio Rivas y María Rivas
/ 2022 /
Archipiélago de Los Asperones
/ Vista de la instalación / Paraísos Desterrados / Ateneo Málaga / 2022 /
Archipiélago de Los Asperones
/ Impresión digital / 29,7 x 42 cm / 2022 /
ARCHIPIÉLAGO DE LOS ASPERONES. UNA CARTOGRAFÍA CRÍTICA
Eugenio Rivas Herencia y María Rivas Herencia
Texto publicado en: Lídia Bravo Galván y Vicky Molina García (Eds.) (2023). Derivas. Extravíos en la ciudad del paraíso. Ateneo de Málaga. ISBN 978-84-09-51429-8 Ateneo de Málaga
En 2021 se cumplía un siglo desde que dadá iniciara sus primeras visitas colectivas a diferentes espacios banales de la ciudad de París, un ejercicio revolucionario donde la performance confiaba en el poder del errar para pronosticar nuevas estrategias en el mapeo de la ciudad. Como señala Careri: «A partir de las visitas de Dada y de las posteriores deambulaciones de los surrealistas, el acto de recorrer el espacio se utilizaría como forma estética capaz de sustituir la representación y, por consiguiente, todo el sistema del arte» (2013, p. 62). Apoyados en esta premisa, en verano de 2020, y gracias al patrocinio del Vicerrectorado de Cultura de la Universidad de Málaga, se pone en marcha el proyecto A 15 Minutos de Los Asperones (2020). Este trabajo, desarrollado por los hermanos Eugenio y María Rivas, nace en un territorio híbrido entre las artes plásticas, la arquitectura y la performance, con el objetivo de analizar y entender la problemática del barrio de Los Asperones, situado en la periferia de la ciudad de Málaga. Este núcleo habitacional se establecería en 1987 para alojar de manera temporal a más de un centenar de familias de etnia gitana provenientes de diversos asentamientos chabolistas. El desarraigo producido por el desplazamiento y la condición de temporalidad del vecindario originaría una situación insostenible de precariedad y desconexión con el resto del tejido urbano que se alarga hasta nuestros días.
La cartografía como técnica y el mapa como documento proceden de una larga tradición cuyo objetivo principal es transmitir el conocimiento espacial a través de una forma gráfica. Pero es evidente como, a lo largo de la historia, las diversas representaciones del mundo han sido sometidas a la voluntad del poder y empleadas como instrumentos para el mantenimiento del dominio y la apropiación del mundo. «Los mapas son representaciones ideológicas», que además de ordenar el espacio, suponen «la demarcación de nuevas fronteras para señalar los ocupamientos y planificar las estrategias de invasión, saqueo y apropiación de los bienes comunes» (Risler y Ares, 2013, p. 5). Mediante el mapa, la cultura hegemónica impone su mirada y, atendiendo a diferentes parámetros, organiza la representación de los territorios. Sin embargo, la cartografía crítica cuestiona la orientación hegemónica, que representa el norte hacia arriba, o la simple prioridad de las fronteras políticas en los mapas de nuestro mundo, por delante de otros aspectos más relevantes de las diferentes realidades. En 1943 R. Buckminster Fuller diseñaría un sistema de representación capaz de mostrar la superficie terrestre de un modo más universal y socialmente respetuoso. El diseñador norteamericano alteraba la orientación preestablecida y proponía un modelo propenso al cambio de postura o perspectiva, posibilitando diversas visiones. Su mapa muestra a los continentes unidos con los océanos alrededor, como si de una isla o archipiélago se tratase. En un intento similar por redefinir la imagen estandarizada del globo terráqueo, el icosaedro terráqueo de Iconoclasistas (2021), realizado con la estética de las antiguas publicaciones escolares, posee un fuerte carácter pedagógico y político por cuanto plantea una revisión de los mapas consensuados por los poderes fácticos y aceptados como visión única e inamovible del mundo por la mayoría de los mortales. Bajo este paradigma, la cartografía se presenta como una poderosa herramienta para cuestionar el monopolio de las imágenes que representan y nos enseñan nuestro mundo.
El ejercicio de la cartografía se presta a la multiplicación de perspectivas, va más allá de la representación mimética, tiene el poder de descubrir y proyectar. Si cambiamos la imagen, la interpretación, también podemos cambiar nuestra óptica y entendimiento, para finalmente modificar la manera de intervenir en el propio territorio. El mapa funciona como un mecanismo hermenéutico a la vez que proyectivo. En un movimiento continuo de ida y vuelta entre la interpretación y el fenómeno interpretado, mediante el roce directo con la particularidad del contexto, se revelarán tanto los aspectos concretos de la realidad cartografiada como la postura asumida por el cartógrafo. Por ello, es preciso que cada territorio sea representado en una diversidad de mapas. Si, como defendía Milton Santos, «el territorio es el espacio socialmente construido» (Risler y Ares, 2013, p. 1), cuantas más voces sean las encargadas de dibujar y mostrar su punto de vista, más inclusiva será nuestra cartografía y mayor será la atención que preste a la diversidad de su mundo para, en definitiva, elaborar un sentido compartido y repercutir en el contexto de la vida. También Jane Jacobs defendía que «las ciudades tienen la capacidad de proveer algo para cada uno de sus habitantes, solo porque, y solo cuando son creadas para todos» (Tyrnauer, 2016).
En otro nivel resulta esencial distinguir entre la realidad y su representación. Edgar Morin advertía que «las fronteras del mapa no existen en el territorio, sino sobre el territorio, con alambres de púa y aduaneros» (2004, p. 62). También Camnitzer matiza como «por definición, las fronteras son instrumentos de fragmentación, separan en lugar de unir, y sirven para definir recipientes cerrados en lugar de crear campos de conexiones» (2020, p. 273). De modo que el mapa no reproduce una realidad definitiva, sino que tiene que ver con la acción, establece relaciones y, en consecuencia, construye: «El mapa nunca reproduce una imagen mimética, sino que establece una lógica operativa» (Paez i Blanch, 2009, p. 184). Tiene la capacidad de revelar lo que existe y proyectar lo que aún no. En este sentido, consideramos que la labor artística debe defender el derecho a crear los propios mapas, en un proceso inagotable de selección y codificación, a fin de establecer nuevos órdenes capaces de atender a lo imposible. Si, lejos de adoctrinar, el objetivo principal del arte es el aprendizaje social, la empresa cartográfica ha de comenzar por cuestionar todo orden preestablecido y desordenar la estructura que sustenta el mundo, para entender los intereses que impusieron su orden. Se trata de fundar nuevos mapas desordenados, que nos devuelvan a la condición singular y compleja del territorio y de su cultura; promover muchas versiones del mapa que nos ayuden a abandonar las normas sociales establecidas con el fin de defender el derecho a la diferencia y a la diversidad mediante la incorporación de las minorías (Filigrana, 2020).
Como denuncia Miguel López Melero, «si repasamos los treinta derechos humanos, […] en Los Asperones no se cumple ninguno [...], ni el de la vivienda, ni el de la educación, ni el de la salud, ni nada» (Rivas y Rivas, 2020). El nivel de pobreza extrema, en el que vive gran parte de su población, y la baja esperanza de vida son síntomas dramáticos que alertan sobre las condiciones en las que viven estas personas, que después de tres décadas siguen a la espera de resolver su situación. Ante este difícil reto, el proyecto A 15 Minutos de Los Asperones, al que pertenece la obra Archipiélago de Los Asperones, aspira a despertar los espacios dormidos o inconscientes de la ciudad a través de una cartografía crítica, capaz de restituir el vacío que este lugar ha dejado en los mapas mentales colectivos. No hay nada que hacer allí para los otros ciudadanos de la capital. El barrio está fuera de todo recorrido o plan de acción y así es percibido como una isla o un archipiélago desconectado de su mundo y rodeado de abismos insondables. Es por ello que nos animamos a recorrer, documentar y, en definitiva, dar luz a este escenario invisible. Esta metodología de aproximación a escala 1:1 de la realidad resulta de enorme interés en cuanto que es «capaz de revelar las zonas inconscientes del espacio y las partes oscuras de la ciudad» (Careri, 2013, p. 16). Por este motivo, empleamos el caminar como método de trabajo con el propóstito de devolver Los Asperones al imaginario colectivo, devolverlo a su porpio mapa. Se trata de un modo de cartografiar inapropiado y contraproducente que dibuja la realidad de una barriada tratada como residuo durante décadas por los organismos gubernamentales. En A 15 Minutos de Los Asperones son trazados seis recorridos, que corresponden a cada una de las necesidades básicas establecidas en la teoría La ciudad de Los 15 minutos de Carlos Moreno (2020). Cada itinerario parte del barrio para abarcar un radio de 15 minutos. Si el mapa recoge irremediablemente la posición de quien lo dibuja, el proyecto promueve la ampliación de la mirada mediante la escucha de los diversos agentes involucrados para configurar una perspectiva múltiple. De forma paralela, se desarrolla una acción performativa en la que los autores desplazan por turnos un dispositivo móvil fabricado ex profeso. El diseño de este carro-mirador, construido a partir de restos de perfiles metálicos, se inspira en la idea de nomadismo propia del pueblo gitano, a la que añade la posibilidad de un cambio de horizonte. Mediante la elevación propia de los miradores o de las torres de defensa, se constituye este artefacto simbólico de mapeo literal, que define el territorio en un enfrentamiento directo con la escala real atendiendo a sus propias medidas de distancia y tiempo. En cada uno de los seis recorridos el carro es empujado, en un gesto similar al del incansable de Sísifo, para delinear teóricas salidas a este contexto rodeado de áreas abandonadas y donde es imposible alcanzar ninguno de los objetivos en trayectos de un cuarto de hora.
Con el proyecto A 15 Minutos de Los Asperones se pone en marcha una cartografía crítica para denunciar las dificultades de inclusión de este territorio abocado a la desaparición, para trazar salidas de emergencia: líneas de fuga que desde su extremo apuntan al que las traza, líneas que dibujan la deseada desaparición del barrio o, al menos, los caminos para huir de su situación de precariedad y marginación. El de Los Asperones es un mapa de fragmentos, donde los retazos sacuden la noción de territorio y hacen chirriar su representación hasta quebrarla. Sería ese mapa roto, o completamente borrado, donde todo signo hubiera desaparecido, el que nos dejaría ver directamente el territorio. Un mapa confuso, en el que de forma simultánea participan múltiples y diversas voces o, mejor, muchos caminantes que erosionan el mapa hasta devolvernos irremediablemente a la realidad.
Referencias
Camnitzer, L. (2020). Manual Anarquista de Preparación Artística. DATJornal, 5(2), 267-274.
Careri, F. (2013). Walkscapes. Gustavo Gili.
Filigrana, P. (2020). El pueblo gitano contra el sistema-mundo. Reflexiones desde una militancia feminista y anticapitalista. Akal.
Jacobs, J. (2011). Muerte y vida de las grandes ciudades. Capitán Swing.
Moreno, C. (2020, octubre). La ciudad del cuarto de hora [Vídeo]. TED. https://www.ted.com/talks/carlos_moreno_the_15_minute_ city/transcript?language=es
Paez i Blanch, R. (2009). Cartografías operativas y mapas de comportamiento (M. Puente, Trad.). En I. Duarte y R. Bernant (Eds.), Querido público. El espectador ante la participación: jugadores, usuarios, prosumers y fans. Centro Párraga, CENDEAC y Elèctrica Produccions.
Risler, J. y Ares, P. (Iconoclasistas). (2013). Manual de mapeo colectivo: recursos cartográficos críticos para procesos territoriales de creación colaborativa. Tinta Limón. https://iconoclasistas.net/ portfolio-item/ico-globo-terraqueo-para-armar/
Rivas, E. y Rivas, M. (2020). A 15 minutos de Los Asperones. [Proyecto Audiovisual]. Vicerrectorado de Cultura de la Universidad de Málaga.
Tyrnauer, M. (Director). (2016). Citizen Jane: Batalla por la ciudad [Documental]. Altimeter Films.
* El texto que acompaña esta publicación ha sido desarrollado a partir del artículo: Rivas Herencia, E. y Rivas Herencia, M. (2021). Cartografiar a la deriva en los Asperones. Revista SOBRE, 7, 38-48. https://doi.org/10.30827/sobre.v7i.20744
Paraísos desterrados (2022). MAF Festival de Cine de Málaga. Ateneo de Málaga. Ver
Paraísos desterrados (2022). RARA Residencia. Villanueva del Rosario, Málaga.
Premio Salvador Andrés Reina de Derechos Humanos del Colegio de Abogados (2022). Colegio de Abogados de Málaga.
PUBLICACIONES
Rivas Herencia, E., & Rivas Herencia, M. (2020). A 15 minutos de Los Asperones. UMÁTICA. Revista Sobre Creación Y Análisis De La Imagen, 2(3), 173–190. https://doi.org/10.24310/Umatica.2020.v2i3.11195
Rivas Herencia, Eugenio, y María Rivas Herencia. 2021. «Cartografiar a La Deriva En Los Asperones». SOBRE. Prácticas Editoriales En Arte Y Arquitectura 7 (junio):38-48. https://doi.org/10.30827/sobre.v7i.20744.
Rivas Herencia, E., & Rivas Herencia, M. (2021). Sembrar a la deriva. La revolución de la mala hierba en Los Asperones de Málaga (España). Artilugio, (7), 283–300. https://doi.org/10.55443/artilugio.n7.2021.34559
Rivas Herencia, E., & Rivas Herencia, M. (2023). Archipiélago de Los Asperones. En Lídia Bravo Galván y Vicky Molina García (Eds.) (2023). Derivas. Extravíos en la ciudad del paraíso. Ateneo de Málaga. ISBN 978-84-09-51429-8 Ateneo de Málaga